(originalmente Publicado en El Espectador el 02 de Febrero del 2019)
#EconomíaParaMiPrima
Los economistas liberales y mi prima menor tienen algo en común, una gran admiración por la primera Ministra de Reino Unido (1979-1990), Margaret Thatcher.
Los economistas admiran a Thatcher por sus principios austeridad, apertura y libre mercado al manejar un país que tenía el desempleo desbocado, una inflación rampante y un gobierno gigante que asfixiaba la iniciativa privada en decenas de industrias productivas. Mi prima, por su parte, la admira por su firmeza, porque fue una mujer a la que nunca le interesó el papel de víctima ni de minoría y nunca le tembló la voz ante el tono amenazante de un hombre..
En enero de 1979, Londres estalló en crisis cuando millones de trabajadores entraron en huelga: los paros de funcionarios públicos, entre ellos choferes de ambulancias y enfermeras, le fueron midiendo el aceite a los británicos. La situación empeoró hasta agotar la paciencia de los ciudadanos cuando por causa del paro, las basuras se dejaron de recoger y los muertos se dejaron de enterrar. Las calles de la ciudad más importante de Europa se volvieron un mar de basura mientras los trabajadores responsables chantajearan el gobierno.
Ese descontento fue lo que le pavimentó el camino a Margaret Thatcher para poder llegar a ser Primera Ministra en contra de todo pronóstico, la primera mujer en la historia en ocupar el cargo. Thatcher no sólo llegó a ese puesto en un país donde menos del 10% de las parlamentarias eran mujeres, también venía de un hogar humilde y tenía una escasa disposición a consensuar y ceder a pensamientos de otros sin dar una batalla.
La “Dama de Hierro”, (como le llamaban), estaba convencida que si los hombres no podían darle la batalla frontal a los sindicatos que se habían tomado el país, a lo mejor una mujer sí podía. Ella sepultó para siempre la idea en Reino Unido de que los sindicatos se pueden imponer a la voluntad de los ciudadanos, una actitud que aún no cambia en Colombia, donde parece que seguimos condenados a recibirle órdenes a los taxistas sobre qué servicio de movilidad utilizar y al sindicato de Fecode sobre qué educación deben recibir nuestros hijos.
Tan evidentes eran los problemas del momento que el Banco de Inglaterra se refería al Reino Unido como “el enfermo de Europa” (the sickman of Europe). Pero Margaret Thatcher, en una intrépida defensa de los mercados libres y la libertad ciudadana, recuperó su economía, controló la inflación, independizó los reguladores de las industrias e hizo que Reino Unido volviera a ser líder mundial.
En Colombia nuestros presidentes han cedido ante los saboteos de Fecode cuando se oponen a las evaluaciones de los maestros para sacar los malos del sistema, a darle la libertad a los padres de que manejen los colegios de sus hijos o que se expanda el modelo con mejores resultados de colegios en concesión. La educación no mejorará hasta que llegue un presidente que siga las lecciones de Margaret Thatcher y ponga el interés de los ciudadanos antes que los chantajes de los grupos de presión.
O como decía ella misma, si los hombres que han gobernado este país no pueden, a lo mejor hay una mujer que sí.
Nota: este jueves Fecode volvió a convocar un paro pidiendo privilegios especiales porque no están conformes con el sistema de salud de Colombia. Los que dicen luchar por la educación dejan a millones de niños sin clase con tal de tener más privilegios a costa de los ciudadanos.
Buen momento para que Iván Duque se acuerde de Margaret Thatcher.
@tinojaramillo
