#EconomíaParaMiPrima
Originalmente publicado en El Espectador el 30 de noviembre de 2019.
Hace un par de días completamos una semana de marchas, paros y movilizaciones. Estos días son perfectos para hablar de ideas y reformas: se tiene la atención del público, hay un deseo de cambio y crece la voluntad política para ceder y priorizar lo importante.
Podríamos estar teniendo un excelente debate nacional, pero no.
Me resulta decepcionante ver a tantos jóvenes, que por estos días son celebridades, dedicados a quejarse de cosas que no existen (unas “imposiciones” de la OCDE), oponerse a una reforma que busca que ellos se pensionen (hoy el 75% de personas no se pensionan) y a repetir cuanta barbaridad se les ocurre a sus políticos favoritos.
Sería fácil criticar a los millennials y declarar esta una generación perdida. Pero este problema lo podemos entender con un par de conceptos que le enseñé a mi prima en su primera clase de economía.
El primero es que en el mundo hay una oferta y demanda de ideas, un mercado. Unos demandan ideas para justificar sus ganas de sentirse indignados; otros, para validar y adular a su político favorito, y otros, para evitarse la molestia de pensar críticamente mientras dan la impresión de que están luchando por algo justo. Por el otro lado, están quienes estudian, leen, indagan y piensan para ofertarlas.
El economista Martín Krause les llama “emprendedores de las ideas” a quienes salen al mercado a competir con distintas interpretaciones de la realidad. A quienes buscan tener un debate honesto, entender las reformas antes de criticarlas y ofrecer soluciones razonables, sustentadas y viables.
El problema con los jóvenes es que insisten en demandar mucho (igual que con los derechos) y en ofertar poco.
Es cierto, le admití a mi prima, que eso es más difícil, más lento y aburrido que marchar para exigir cosas, pero le prometí que era más efectivo. También le recordé un segundo concepto, y es que las ideas son “bienes públicos” (que no tienen rivalidad ni exclusión), y los economistas sabemos que por eso no es raro que pocos quieran ofertarlas.
Sin embargo, lo que más necesitamos son ideas y propuestas para cambiarle el rumbo al país, y eso seguro será complicado. Pero no, esa no es una labor que los jóvenes les podemos dejar a los políticos.
@tinojaramillo