(originalmente Publicado en El Espectador en Septiembre 15 de 2018 )
#EconomíaParaMiPrima
Aún recuerdo cuando tenía la edad de mi prima Isabel, suficientemente joven como para creer que los impuestos, por altos que fueran, eran el inevitable costo de vivir en una sociedad organizada.
Después se popularizó una generación revolucionaria que tenía la idea de que bajarles impuestos a las empresas es malo, pero que reducírselos a las personas es bueno; que se podía gravar con impuestos a las empresas sin afectar a nadie, sin que nadie los pagara, un “almuerzo gratis” para los gobernantes.
Pero la realidad es que sólo las personas pueden pagar impuestos y así se lo expliqué a mi prima:
Prima, ¿qué es un negocio? ¿puede un negocio pagar impuestos?
Un edificio no puede pagar impuestos, ni unos papeles en una Cámara de Comercio, ni el logo de una empresa, ni una línea de productos. Sólo las personas que trabajan y crean riqueza pueden transferirle algo de riqueza al Estado para financiar los gastos de gobierno.
Si Juan Pablo tiene su arbolito de manzanas y las vende en la plaza de mercado, el gobierno sólo le puede cobrar impuestos reduciéndole su ganancia, o si Juan Pablo sube el precio porque al pagar impuesto no le alcanza para vivir, quien termina pagando es el que compra la manzana. No se crean “manzanas” de la nada porque el gobierno decidió cobrarle a la empresa “Manzanas Juampa” y no a Juan Pablo.
Si una empresa paga 500 millones en impuestos es porque hubo gente que con trabajo duro dejó de recibir 500 millones que le correspondían.
Puede ser que el consumidor pagó parte de esos 500 millones porque la empresa se vio obligada a subir los precios. O lo pagó el trabajador, el empleado, pues la empresa ahora tiene menos dinero para pagar en salarios. Y si queda saldo por pagar, quien lo termina asumiendo es el dueño que ahora tiene menos ganancias, así que invertirá menos y empleará menos.
Las empresas no son ricas ni pobres, sino creadoras de valor (esta frase la repetía mucho Humberto de la Calle). Por eso no hay “progresismo” en cobrarle impuestos altos a las empresas, eso solo nos hace menos competitivos en el mundo y le hace imposible a las empresas multinacionales invertir en el país, generar empleo y ofrecer bienes y servicios para el bienestar de la población.
Pero las personas sí pueden ser ricas o pobres, y en este caso todos estamos de acuerdo con que quien gana más debe pagar más.
Desde esta columna, mi prima y yo queremos menos impuestos para las empresas y también menos para las personas, y eso solo se logra reduciendo el gasto. Sin embargo, mover la carga tributaria hacia las personas naturales, como lo ha querido hacer Minhacienda, es un paso en la dirección correcta.
@tinojaramillo
