Diez años. Cero demagogia

Publicada originalmente en El Espectador el 16 de junio del 2018

A una niña de diez años como mi prima Isabel se le puede engañar con demagogia económica, por lo menos mientras aprende aritmética. Se le puede convencer con un dulce, o confundirla con palabras técnicas, pero, a diferencia de muchos adultos, resulta imposible seducirla con la demagogia de la superioridad moral.

En esta época electoral trato de no influenciarla con mis preferencias políticas. No le enseño economía para que piense como yo, sino para que piense, punto. A pesar de nuestras diferencias, siempre hemos estado de acuerdo en una cosa: la mayoría de las veces la solución a los problemas del país no es cosa sencilla. Mientras que la economía analiza cosas buenas y malas de las alternativas (costo/beneficio), la política insiste en vender soluciones fáciles.

El presidente de EE. UU. Harry Truman solía decir que necesitaba un economista de una sola mano, pues todos los economistas le mostraban los beneficios en una mano y los costos en otra. Le hacían su decisión más difícil, pero evitaban una caída en picada al populismo. Con esa historia mi prima y yo aprendimos a dudar de quienes venden soluciones fáciles, sobre todo si acompañan su discurso con acabar a rajatabla con las soluciones que ya existen, a pesar de ser imperfectas.

Acabar las EPS: tendremos servicios de salud abundantes. No producir petróleo (¿e importarlo?) y vivir de paneles solares: se acaba el calentamiento global. ¿Mala economía? Estatizamos los fondos de pensiones privados y no los invertimos por profesionales en banca, sino por políticos en campesinos. ¿Economía campesina? Expropiemos latifundios improductivos para regalar a los campesinos mientras endeudamos el país. ¡Fácil arreglar a Colombia!

Proponer utopías es sencillo, los compañeros de mi prima lo hacen todo el tiempo. La diferencia de mi prima es que ella con la economía ha aprendido lo difícil que es realizarlas. Por eso no se toma en serio el cuento que anda por ahí. Que quienes no votan por propuestas irrealizables son menos “decentes” o menos “humanos”. No. A ella nunca la han convencido a punta de superioridad moral.

#EconomíaParaMiPrima

@tinojaramillo

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