(Originalmente publicado en el periódico La Patria el Lunes, Mayo 28, 2018)
A diferencia de las abundantes conversaciones vehementes que protagonizan los economistas en épocas electorales, la economía insiste en NO ser una ciencia moral o inmoral, sino amoral. Sus conclusiones lógicas y de la evidencia en principio no emiten juicios morales, solo computan buscando el mayor bien colectivo.
Vale la pena aplicar el método que aprendemos en la economía a situaciones que traen consigo altas dosis de dilemas morales como lo es el embarazo adolescente, aunque sea para pensar un poco más claro. En la economía hay algo que se llaman modelos estructurales para tratar numerosas variables y descubrir las causas reales de un hecho como el embarazo a temprana edad; causas que no siempre son tan obvias como lo creen los laicos en la materia.
Por ejemplo empezamos de un hecho: las niñas que no están escolarizadas son más propensas a quedar embarazadas que sus contrapartes que asisten al colegio. Antes de plantear una solución, debemos preguntarnos por el problema. ¿Será que salirse del colegio y tener más tiempo libre les da más oportunidad para quedar en embarazo?, ¿O será que las niñas que quieren ser madres se salen del colegio? O tal vez es una tercera posibilidad, como por ejemplo que sea su situación familiar; es posible que niñas y niños con dificultades en familia, precisamente por ese estrés, tengan más dificultad controlándose tanto en casa como en el colegio.
Buscar una solución requiere conocer la respuesta a esta pregunta, y en este caso la razón dada por los expertos de econometría es que las niñas son más propensas a quedar embarazadas por la precisa razón de que se salen del colegio. Esto implica que la solución que propone Iván Duque de “ofrecerle a esas niñas desde edad temprana, oportunidades de empleo, oportunidades de emprendimiento, oportunidades de destreza”, probablemente haga aumentar los embarazos adolescentes, no reducirlos. Por su parte, Fajardo con su plan de educación y retención (en este caso) se acerca más a la solución que sugiere el análisis riguroso.
Ese análisis econométrico se extiende a varias áreas, sin importar qué tan controversiales sean. Por ejemplo, el premio Nobel de Economía James Heckman calculó que por cada $15,000 USD que se invierten en educación primaria, se previenen en un futuro más crímenes que una inversión de $80,000 USD en estaciones de policía. Esta es una inversión que como dice el título de esta columna, no sólo parece justa con la oportunidad de educación y prosperidad que les debemos a nuestros jóvenes, sino un “buen negocio” para reducir el crimen.
Vale la pena recordarles a los del Centro Democrático que están olvidando la segunda parte de su eslogan, que a veces la mano firme de la fuerza pública, por justicia o negocio, no es siempre tan efectiva como el corazón grande de los programas sociales.
@tinojaramillo
Economista
