(Publicado originalmente en el periódico La Patria el 24 de Octubre de 2017)
Hace poco vimos en redes un movimiento de un producto del agro importante para la economía de Colombia; un movimiento que promovía el consumo del ñame. Este se originó con un video que grabaron unos campesinos en el que se autodenominan “youtubers” para vender ñame. Esta tendencia en redes se haría popular con la participación de diferentes políticos, del famoso “youtuber” Daniel Samper y de chefs como Juan Manuel Barrientos de “El Cielo” y Jorge Rausch.
El ñame es importante no solo porque es un producto nacional cultivado por humildes campesinos; sino porque proviene de una región olvidada de Colombia. Esa región entre los departamentos Bolívar y Sucre llamada “Montes de María” no es de olvidar pues sufrió 60 masacres en tan solo 50 años. Esta es la región donde en el año 2000 los paramilitares usurpaban de su dignidad en la conocida y vergonzante masacre “El Salado”; los paramilitares mataron día y noche durante tres días. Violaron, decapitaron y destrozaron; no solo su gente, sino su infraestructura y cada voz de esperanza.
A esta región le devolvió la voz de aliento el proceso de paz; pues en estos días hace un año ganaba el Sí en cada una de sus poblaciones. Nuestra primera responsabilidad como pueblo, y para el próximo presidente con esta región, es no devolverles una guerra que no vivimos en las ciudades. También es responsabilidad, en su respeto, no ser apologéticos de los paramilitares y sentir, desde la Casa de Nariño, el verdadero dolor de la guerra, venga de donde venga.
Es nuestra responsabilidad aprender de estos campesinos, que teniendo en 4.000 hectáreas un exceso de cosecha, buscaron influenciar a los colombianos en vez de solicitar un subsidio del Estado. Con lo que sería una exitosa campaña de mercadeo informativa; se expusieron, enseñaron recetas usando ñame y han prosperado en el mercado.
En épocas de elección, el discurso que necesita la gente del Monte de María es más de libre mercado y menos de programas burocráticos y corruptos como el de Agro Ingreso Seguro. Estos programas de subsidios le dan poder al político y no a quien lo necesita. La ocasión hace, o atrae el ladrón; tal y como pasó con Andrés Felipe Arias. El tal Uribito hoy condenado a 17 años de cárcel, cogió subsidios destinados para campesinos pobres como los del Monte de María, y los dio a amigos, millonarios inversionistas que después lo favorecerían económicamente.
El discurso que necesitan ellos no es solo de derecha; sino de centro, ellos necesitan el apoyo del Estado. Este apoyo, como lo dice el libro “Por qué fracasan los países”, debe manifestarse en instituciones; en mejores vías para que los campesinos puedan comercializar sus cosechas, en la garantía de un Estado Social de Derecho, en distritos de riego que les ayuden a trabajar, con titulación de tierras que les permita acceder a créditos, con garantías para líderes sociales para que puedan ejercer la democracia.
Ellos han probado tener la tenacidad de vivir entre colores después de tantos años de guerra. Han probado la astucia de hacer viral un contenido digital con poca o nula capacitación. Han dado la cara al país no como víctimas que generan lástima, sino como comerciantes dispuestos a trabajar por una mejor vida para su comunidad. Es ahí donde el estado debe estar haciendo su papel; no dándole el pez. Tampoco enseñándole a pescar, pues en eso ellos conocen más que el estado. Sino dándole acceso, con aunque sea las instituciones mínimas, al río de oportunidades que genera la gente trabajadora de este lindo país.